EL PIYAYO de JOSÉ CARLOS DE LUNA (1890-1965)
¿ Tú conoces al Piyayo,
un viejecillo renegro, reseco y chicuelo;
la mirada de gallo pendenciero
y hocico de raposo tiñoso...,
que pide limosna por tangos
y maldice cantando fandangos
gangosos...?
¡A chufla lo toma la gente,
y a mí me da pena
y me causa un respeto imponente!
Ata a su cuerpo una guitarra,
que chilla como una corneja
y zumba como una chicharra
y tiene arrumacos de vieja pelleja.
Yo le he visto cantando,
babeando
de rabia y de vino
bailando
con saltos felinos,
tocando, a zarpazos,
los acordes de un viejo tangazo;
y el endeble Piyayo jadea,
y suda..., y renquea-
Y a sus contorsiones de ardilla,
hace son la sucia calderilla.
¡A chufla lo toma la gente!
A mi me da pena
y me causa un respeto imponente.
Es su extraño arte
su cepo y su cruz,
su vida y su luz,
su tabaco y su aguardientillo...,
y su pan y el de sus nietecillos;
"churumbeles" con greñas de alambre
y panzas de sapo,
que aúllan de hambre
tiritando bajo los harapos:
sin madre que lave su roña;
sin padre que "afane",
porque pena una muerte en Santoña;
sin más sombra que la del abuelo...
¡Poca sombra, porque es tan chicuelo!
En El Altozano
tiene el cuchitril
-¡a las vigas alcanza la mano! -,
y por lumbre y por luz un candil.
Vacía sus alforjas
- que son sus bolsillos -.
Bostezando, los siete chiquillos
se agrupan riendo.
y, entre carantoñas, les va repartiendo
pan y pescao frito
con la parsimonia de un antiguo rito:
-¡Chavales!
¡Pan de flor de harina!...
Mascarlo despasio,
mejó pan no se come en palasio.
¿Y este pescaito?, ¿ no es ná?
¡Sacao uno a uno der fondo der mar!
¡Gloria pura é!
Las espinas se comen también',
que tó es alimento...
Así..., despasito.
Muy remascaíto.
¡ No yores, Manuela!
Tú no pués, porque no tienes muelas
¡Es tan chiquitita,
mi niña bonita!...
Así despasito.
Muy remascaíto,
migaja a migaja - que dure -,
le van dando fin
a los cinco reales que costó el festín.
Luego, entre guiñapos, durmiendo,
muy apiñaditos, por matar el frío
la Virgen María contempla al "Piyayo"
riendo.
Y hay un ángel rubio que besa la frente
de cada gitano chiquito.
¡A chufla lo toma la gente!...
¡A mí me da pena
y me causa un respeto imponente!
(Del libro “La taberna de los 3 reyes”)
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