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dimarts, 9 de febrer del 2010

Soleá del amor indiferente

SOLEÁ DEL AMOR INDIFERENTE de MANUEL BENÍTEZ CARRASCO



Ni rencores, ni perdón;
no me grites, no me llores,
lo nuestro ya se acabó.

¿Rencores?.. ¿Por qué rencores?
No le va a mi señorío
guardarle rencor a un río
que fue regando mis flores.

Tú me diste los mejores
cristales de tu corriente,
y no sería decente
maldecirte por despecho,
si sé que tienes derecho
a dar o negar la fuente.

Debo estarte agradecido
por tu generosidad;
tú me diste por bondad
lo que yo di por cumplido.

Me brindaste tu latido,
tu boca nunca besada,
tu carne nunca estrenada,
tus ojos siempre empañados
y los potros alocados
de tu amor en llamarada.

Me diste el beso primero
que es el que más atosiga,
y me diste la fatiga
de un cariño verdadero.

Me diste luna y entero,
tu corazón sin celaje,
me diste todo el encaje
de tu caricia en mi pelo,
y me regalaste el cielo
en tus ojos sin paisaje.

Por eso yo, bien nacido,
ni te odio ni aborrezco,
al contrario, te agradezco
todo lo que me has querido.

No me importa si te has ido
con tu barca hacia otro mar,
que yo no te puedo olvidar
por esa mala partida,
porqué odiar es, en la vida,
un cierto modo de amar.

Y que vengas a mi lado
para pedirme perdón,
el perdón es la razón
de volver a lo pasado,
y lo pasado... acabado,
que pasó... porque pasó.

¡Déjame que viva yo
sin perdón y sin rencores,
porque... por más que me llores
lo nuestro ya se acabó!

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